Author: Camilo García Giraldo

Publisher:

Published: 2020-06-19

Total Pages: 171

ISBN-13:

Los trabajos que componen este libro fueron escritos aquí en Estocolmo entre 1994 y 1998. Están animados por un doble deseo: el de comprender el sentido expreso y/o implícito que encierran los textos filosóficos y literarios que abordo, y el de explicar algunos fenómenos de la realidad de Colombia y el mundo moderno a la luz de lo que dicen algunos textos que las tratan, que las aluden o que las refieren. De tal manera que este libro es resultado, ciertamente provisional y limitado, de la necesidad personal de entender algo de la realidad entendiendo lo que algunos libros dicen de ella.Para comprender el sentido de un texto literario no podemos a identificar la intención original de su autor debido al hecho, constatado con razón por el pensamiento estructuralista, de que el texto dice mucho más de lo que quiso decir la persona que lo escribió. En este caso debemos abordar el texto, como lo hacemos con Cien años de soledad, como una entidad autónoma de sentido, como una realidad por sí mismas portadora de un mundo de significados. Pero, en cambio, cuando nos proponemos comprender el contenido de un texto filosófico o teórico solo lo podemos lograr en la medida de que hablemos con el autor; es decir, solo lo podemos conseguir si lo interrogamos para que no responda por lo que quiere decir, para que nos aclare a través de lo que dice la intención que lo hizo posible, etc. De ahí que lo que hacemos sea entablar una relación de diálogo con él. Y cuando este diálogo "vivo" que llevamos a cabo con él en el tiempo que leemos el libro, lo escribimos, lo trasladamos al lenguaje escrito, no solo lo prolongamos por otros medios sino también le damos una estabilidad y consistencia mayor, lo proyectamos más allá de nuestra íntima experiencia personal. En otras palabras: este hecho nos permite compartir con los lectores de este libro el contenido de ese diálogo que he sostenido y plasmado en los trabajos que lo integran. Y así contribuir con nuestras escasas fuerzas a mantener vivo lo Gadamer llamó "ese diálogo que somos cuando ingresamos al universo simbólico de la cultura".Ahora bien, cada vez que comprendemos algo de un texto filosófico nos sentimos impulsados a aceptarlo como verdadero o a identificarnos de modo afectivo con su significado. En virtud de esta experiencia casi natural aseguramos la persistencia y reproducción de ese significado, le renovamos la posibilidad de durar en el tiempo de la vida. Sin embargo, esta experiencia no resume toda posible relación que tenemos con texto escrito como supone la hermenéutica. Pues existe en nosotros un segundo "impulso" -no tan natural como el anterior en tanto es provocado por la lectura comprensiva de libros diferentes- de preguntarnos si eso que hemos comprendido es tan verdadero como en un primer momento creímos. Y esta pregunta nos conduce a cerciorarnos de su pretendida verdad, es decir, a buscar nuevos argumentos racionales y pruebas empíricas que contribuyan a sostenerla; y en caso de no lograrlo, nos vemos obligados a admitir la validez de los juicios críticos, de los criterios y opiniones que rechazan su pretensión de verdad.De ahí que al dar este segundo paso el diálogo original que habíamos entablado se nos convierte en una discusión crítica, o mejor, asume la forma particular de la discusión. Y aquí el diálogo revela el otro lado o la otra función que lo caracteriza: la de permitir oponernos de modo racional, sin violencia, al contenido del mensaje que el texto nos transmite. En este sentido toda discusión que llevamos a cabo con el autor de un texto se sirve y se apoya en la actividad del diálogo que establecemos con él; ésta la precede como su presupuesto necesario e indispensable: solo podemos criticar con razones o con cierto grado de validez lo que previamente hemos comprendido.